sábado, abril 26, 2008

Contra todo terror y terrorismo

Escribe: César Lévano
Director
Diario La Primera

En el Perú se ha desatado una campaña de odio y amenazas contra todo aquel que se opone al régimen y, además, defiende al pueblo y los derechos humanos. La ofensiva incluye mensajes electrónicos que implican amenazas de muerte.
No sabemos quiénes son los jefes de esta embestida. Pero resulta evidente que la acción es dirigida por un grupo de ideología fascista y que sin duda incluye militares, policías y empresarios.
La arremetida macartista empezó antes del escándalo sobre la no inclusión del MRTA en la lista de organizaciones terroristas que elabora el Parlamento europeo.
Un problema respecto al MRTA es que, más allá de sus acciones del pasado, algunas realmente terroristas e inhumanas, esa organización ha desaparecido desde hace años del escenario político y social. Algunos de sus jefes, incluido Víctor Polay, han renunciado a la violencia, y la condenan. De paso, han renunciado al MRTA.
Una pregunta puede suscitar respuesta elocuente: ¿Cuántos atentados terroristas ha cometido el MRTA después de la ocupación de la embajada de Japón, el 17 de diciembre de 1996, o desde la liberación de los secuestrados, el 22 de abril de 1997?
El escándalo sobre el MRTA y los emerretistas es una coartada de la ofensiva macartista, que se dirige contra los reclamos populares, la prensa independiente y los organismos de defensa de los derechos humanos.
Tenemos razones para afirmar que hay una fuerza ubicada en las alturas del poder y que no vacila -por sus frutos los conoceréis- en calumniar, judicializar, apresar y, llegado el caso, matar.
Los Agustín Mantilla no escasean en el aparato del gobierno. Se distinguen por su carácter de corruptos en el más amplio espectro de la palabra.
Lo ocurrido con los siete que acudieron a la cita bolivariana en Quito exhibe la entraña de esta actitud retrógrada.
Ha sido torpeza máxima apresar a este conjunto de personas inocentes y encerrarlas en cárceles destinadas a delincuentes de máxima peligrosidad.
¿Quién aconsejó y manipuló ese trato brutal, que afecta a mujeres seriamente enfermas y a una joven poeta de 20 años sin pasado político?
La responsabilidad recae sobre el presidente de la República, Alan García, y los ministros de Justicia, Rosario Fernández, y del Interior, Luis Alva Castro. Ellos tienen la obligación de encontrar medios para suprimir esa barbaridad que los lapida.
El escándalo de esa injusticia y ese maltrato subleva el ánimo de quienes en el pasado sufrimos, en carne propia, la prisión, la tortura y el desamparo.
Notable es que la represión de hoy sea ejercida por apristas que nunca sufrieron la crueldad de las dictaduras, o la padecieron sólo indirectamente. En todo caso, en ese segmento del partido del gobierno, reclutan los fascistas criollos de hoy sus activistas y sus valedores.

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