viernes, setiembre 08, 2006

La inversión minera ¿responsable o abusiva?

El Estado y la empresa privada aún no comprenden que las tierras de Cajamarca son, para el poblador campesino, mucho más que simples hectáreas que poseen oro, mucho más que un simple bien o un título de propiedad.

El actual gobierno, débil ante la inversión privada internacional, debido a su posición contraria de revisión de los "contrato Ley" suscritos por el país durante el gobierno de Alberto Fujimori, no cuenta con la capacidad para resolver conflictos como el de Cajamarca. Mucho menos, tiene el poder para representar debidamente los intereses de dichos pueblos. En muchos casos, no sólo no cuenta con dicha capacidad, sino que simplemente, no está en su agenda representar tales intereses.

El Estado, lejos de cumplir su función de facilitador de un diálogo entre la empresa minera y el pueblo (que hoy se hace más que necesario), se ha convertido tristemente en un "colaborador" (casi socio) de la empresa. Ha dejado de ser “servidor público” para convertirse en “servidor privado”.

Con todo ello no quiero expresar que exista por mi parte una posición contraria a la inversión privada ni señalar que la inversión minera sea, en sí misma, mala y dañina para un pueblo. La inversión privada es buena cuando ella se realiza en bien de la población, cuando existe un Estado que ejerce su autoridad regulándola, imponiendo condiciones fijas e igualitarias a la empresa en materia ambiental, cuando protege a la población que de alguna forma se ve afectada por el trabajo de la empresa minera, cuando es transparente y exige transparencia de la empresa (caso del canon minero, presupuesto participativo, las regalías, etc).

Se dice mucho que la empresa minera trae consigo desarrollo a los pueblos, y que por ello habría que agradecerles el que se hayan dignado a invertir en nuestras tierras. Bueno, la verdad es que son las empresas mineras las que más ganan y por ende, deberían ser ellas las que estén más agradecidas con los pueblos de donde extraen sus utilidades.

Pero no es así. Quizá sea fácil opinar en favor de empresas como Yanacocha cuando no se conocen hechos como el de Choropampa (donde se contaminó a todo un pueblo con mercurio), cuando no se ha visitado al pueblo "fantasma" de Hualgayoc, cuando no se ha atravesado la ruta hacia La Zanja en Santa Cruz, cuando no se ha visitado Chugur, cuando una comunidad como El Tingo pareciese no existir en el mapa. Allí hubo minas y hoy tan sólo existe olvido y miseria. De recuerdo están las cuevas y grandes hoyos abiertos en sus cerros, los lagos de color amarillo ocre, donde antes los pobladores dicen que habitaban muchas truchas y que hoy tan sólo hay piedras con colores extraños, de recuerdo están sus tierras áridas, desnudas y ausentes de toda vida. Y si se analizan las cifras de pobreza y educación, quién en su sano juicio podría ser tan falso de decir que hoy Cajamarca tiene menos pobres, quién podría decir que hoy Cajamarca tiene más educación. Sólo lo podría hacer un funcionario ciego del sector minero o algún "político", devolviendo el favor y, claro, el auspicio , pero nadie con algo de información les creería.

Los problemas sociales y de conflictos que hoy atraviesan las empresas mineras no son sino consecuencia de sus propias decisiones, de su negativa a dialogar francamente. Las empresas siempre han menospreciado al campesino, los tratan de ignorantes, sucios, borrachos, locos. Nunca respetaron su hábitat ni la autoridad campesina emanada de sus costumbres. Para ellos, el diálogo era con los "señores" Congresistas, con los alcaldes, con "autoridades" formales, pero no con las Rondas. Ellos pensaban que comprando a "líderes" compraban la voluntad de un pueblo, acallaban sus voces.

El gran problema radica en que el Estado (comprendido como gobierno y clase dirigencial) y la empresa privada no logran (y muchas veces no quiere) entender el mundo campesino. Ambos hablan dos idiomas distintos.

Y es que para entender ambos mundos hay que saber en qué se diferencian

En el mundo campesino, su entorno se desenvuelve en el de las relaciones humanas comunitarias. En el del empresario, el entorno se da en un nivel personal, dentro de las relaciones comerciales. En el mundo campesino, son características comunes la ayuda, el cooperativismo, la solidaridad. Para el mundo empresarial, las características que rigen su vida son el individualismo, el afán de lucro, la competencia, el mercado. Y es que el mundo campesino se mueve mayormente en el contexto de lo informal (la palabra, la confianza), mientras que en el del empresario, éste se mueve dentro de la formalidad (el contrato, la desconfianza). Los primeros se desarrollan en un mundo de las emociones, de las costumbres, de la historia y la cultura. Los segundos, se desarrollan en base a normas legales, coyuntura económica y política, es decir, el pragmatismo.

Para el campesino, es de suma importancia la legitimidad y no tanto la legalidad. Para el empresario lo legal lo es todo, no interesa si su "derecho" o su "aspiración" son legítimos. Por ello, para el campesino la confianza se da entera pero por una sola vez, si es defraudada no vuelve a darse jamás. Para el empresario, la confianza no es un elemento esencial en su mundo, sino son los intereses económicos los que priman.

Finalmente, como ya lo había expresado, para el campesino, su relación con la naturaleza y con su medio ambiente es una relación familiar, en el que se involucran sentimientos y emociones muy fuertes. Para el empresario, la relación con el medio ambiente y el entorno es simplemente de provecho, la visión que se tiene es de utilidad, un material meramente transformable.

Para el Empresario, la tierra y los recursos naturales son un bien, un título, algo que puede comprarse y venderse. Para el mundo campesino, la tierra y los recursos son parte de su familia, es su vida, es su sustento. Para el empresario el agua es un elemento más en todo el proceso para la obtención del oro. Para el campesino, el agua es sinónimo de vida, es lo que beberán sus vacas, su ganado, su familia, su siembra. Para el empresario el mercurio es un elemento que lo acerca más a ser más rico; para el campesino significa la muerte.

Los últimos acontecimientos ocurridos en Cajamarca, las protestas de los campesinos ante Yanacocha, han originado que una serie de autoridades, medios de "información" y representantes de las empresas mineras, en el mejor de los casos mal informados y en el peor de ellos tendenciosamente, acusen directa o indirectamente a las ONGs ambientalistas y a líderes sociales por financiar y/o apoyar acciones activistas en contra de la minería en el Perú. Pero ello no es real ni mucho menos cierto. Estos grupos y líderes no se oponen a la inversión de la minería responsable en el Perú y por el contrario lo considera un potencial muy importante para el crecimiento económico del país. Un ejemplo claro es la organización internacional Oxfam, quien viene apoyando la Mesa de Diálogo de Tintaya en Espinar- Cusco, donde están sentados hace ya más de un año los representantes de la empresa BHP Billiton y las comunidades de la zona. Eso no lo mencionan los ataques porque lo que ellos buscan es un debate chato y parcializado. Esta mesa de dialogo ha resuelto pacíficamente temores de la comunidad y está trabajando en un fondo de desarrollo para las comunidades donde ellas participen activamente. Si son anti-mineros ¿por qué invierten en estas experiencias?

En el caso de Cajamarca, si leen los periódicos internacionales, Newmont, dueña del proyecto Yanacocha (a pesar de un discurso de minería responsable muy bien construido), tiene en este momento acusaciones en los cinco continentes, y una muy seria en Indonesia en donde el gobierno decretó el cierre de la mina. Como ven, la teoría de la conspiración no puede dar para tanto.
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Presidente de la CEDDH - Perú

1 Comentarios:

A la/s 10:51 a. m., Anonymous Anónimo dijo...

Muy interesante. Voy a hacer un Link, para que la gente de mi Blog (que trata de Newmont) tambien pueden leer su texto.

 

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