jueves, julio 27, 2006


Good bye, Alejandrou

Adiós, señor Toledo. Usted está seguro de que lo ha hecho bien. La mayoría de peruanos está convencida de que usted le debe casi todo al oro, al cobre, al zinc y a la plata.
No a la plata que ni siquiera goteó para los pobres sino a la que vendemos en bruto, como país metálico y melancólico que somos (García Lorca dixit).
Tuvo usted un segundo de apellido Kuczynski y de nacionalidad norteamericana, un auténtico pillete de las grandes finanzas y los intereses cruzados, los autoabonos, la defensa de los amigos y connacionales y el blindaje de la estabilidad tributaria que el extranjero Fujimori decretó para sus pares de todo el mundo.
Y tuvo usted un jefe internacional que lo mimó hasta la náusea porque usted se le arrodillaba hasta el vómito. Sí, señor Toledo, me refiero a Bush, el padrino mundial del asesinato masivo de libaneses que hoy todos ven. Para su vergüenza, señor Toledo, jerosolimitano sin saber leer ni escribir.
Tuvo usted una familia de comisaría y juzgado de guardia a la que defendió y encubrió como no podía ser de otra manera. Hasta el antiguo asaltante de bancos que fue su hermano estuvo entre sus engreídos.
Convivió usted con la televisión corrupta, con el Poder Judicial archipodrido al que usó más de una vez, con la “maldita Sunat” que también empleó para perseguir a periodistas como el que esto escribe y con lo peor de su bancada de Animal Planet gruñendo en el Congreso.
No se acordó usted de los pobres que lo vieron salir alguna vez de Cabana como a uno de los suyos. Fue usted un fujimorista in pectore aceptado por el caduco consenso de Washington y los rupestres líderes de opinión de la derecha peruana.
Traicionó todo lo que fue la esencia de su candidatura: limpiar la política de esbirros, el Poder Judicial de ratas, la economía de privilegios mercantilistas, El Peruano de decretos de urgencia, los entes fiscalizadores de sinvergüenzas, el partido de basura, Palacio de Gobierno de plastas de borracho, el avión presidencial de francachelas, la Cancillería de favores descarados, las cárceles del dominio de las pandillas, las facturas de la luz de rubros abusivos, las calles de la dictadura delictiva, las Fuerzas Armadas de cochinadas y el país, en general, de esa nube tóxica que emana de sus políticos reincidentes y de su caminar circular por el tiempo detenido de todas nuestras repúblicas de adobe.


Usted será olvidado pronto. Una página de Arguedas, una estrofa de Watanabe, un párrafo de Conversación en la Catedral, un cuadro de Llona, valen más que sus pretensiones de posteridad barata y alabada por el sanchecerrismo limeño y la Casa Blanca donde se cocinan las matanzas multitudinarias de los próximos meses.
Adiós, señor Toledo. Puede usted irse a la fundación que Bush habrá de proveerle. Será usted el conserje de Aznar, el lameculo más importante en habla castellana.

Por Cesar Hildebrant

Articulo publicado en el diario La Primera - Lima -Peru 27 de julio de 2006

www.laprimera.com.pe

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