Educación: componente primordial para la renovación política

Innegablemente la base de toda libertad humana descansa en una buena educación. Y es que la primera cadena que llevamos a cuestas es la carencia de una educación real, que motive nuestro criterio y nuestra razón, lo cual nos lleva indefectiblemente a la incapacidad de comprender lo que sucede a nuestro alrededor, desconociendo por ello las razones que motivan los problemas más comunes como el hambre, la pobreza, la falta de empleo, etc., y por ende, a no ser capaces de encontrar posibles alternativas de solución.

En estos últimos días, en razón de la campaña emprendida por la CEDDH, como una propuesta para avanzar hacia la renovación política, hemos recibido diversos correos indicándonos que dicha campaña debiera estar dirigida a educar a la población y no sólo a criticar a los parlamentarios.

En este punto, encontramos un contrasentido. El bajo nivel de educación, la escasa calidad y el desdén por educar a la población no es responsabilidad de instituciones como la nuestra, sino de un Estado que no atiende su deber, que ha sido y es incapaz de enfrentar dicho reto con planes de mediano y largo plazo mediante el diseño un proyecto nacional educativo inmerso en un proyecto nacional. Hemos tenido y seguimos teniendo un Estado que sólo ve a la educación como un tema de campaña mediática preelectoral pero que, lejos de dedicar algún esfuerzo técnico, político y económico, sólo atina a proponer “la privatización” de la educación como única “salida”.

Es verdad, sin educación no se produce ningún cambio estructural, pero mientras tengamos a 120 congresistas, la mayoría (por no decir la totalidad) pensando en resolver sus problemas financieros, sus juicios, su falta o carencia absoluta de solvencia profesional, entre otras taras, patologías y deseos personales desmedidos, no podremos pretender que un problema estructural como el de la educación se resuelva con discursos populares. Debemos entender que la educación no es un término suelto, pues ella engloba ciertos aspectos y requisitos como: buena nutrición, cuidado, salud, acceso a información adecuada y actual, buenos maestros (preparados sí, pero también bien remunerados), libros al alcance de todos, etc. Si creemos que la educación se resuelve tan sólo aumentando el presupuesto del Ministerio de Educación, o que la cultura se desarrolla creando un Ministerio de la Cultura, si es que presumimos que la calidad educativa depende tan sólo de una currícula o de la infraestructura, entonces avalamos los “errores” (léase: decidía y falta de voluntad) que los gobiernos han cometido sobre el particular.

Por ello es imprescindible la renovación política de este Congreso, por lo menos para empezar, para que podamos impedir que personas que evaden impuestos, golpean a fiscales y policías, violan, administran burdeles, insultan y difaman, roban, estafan, trafican con su voto, apoyan amnistías que buscan la impunidad, mienten, se enriquecen a costa de componendas y arreglos por debajo de la mesa, defienden intereses subalternos, cobran exorbitantes sumas de dinero por hacer nada, juran por Dios y por la PLATA, etc., puedan seguir reeligiéndose quinquenio tras quinquenio.

Ahora, algunos atrevidamente suelen señalar que: “... es muy fácil hacer campañas para BOTAR a los congresistas ...” refiriendose a la emprendida por nosotros. Ello no es verdad. Al parecer, estas palabras sólo pueden ser expresadas por alguien que desconoce, ignora o pretende encubrir el poder que los actuales “padres de la patria” tienen al interior de sus “partidos” (léase: Feudos). Estos señores, en casi la totalidad de los casos, son los DUEÑOS de dichos “partidos” (léase: CHACRAS personales o de grupo familiar). Es por ello que, contra toda lógica de renovación de su propio partido, suelen tratar de hacernos creer que ellos son los únicos que están capacitados para hacer política. Pareciera que en el Perú, si no son ellos los que están al frente, no hay nadie capaz. Eso es simplemente MENTIRA. Lo que no quieren es renovar, seder el paso, abandonar el poder, en suma, no desean dejar el espacio que les ha dado la mejor forma de vivir: "ganar bien sin hacer nada productivo para el país".

Ahora, promover una campaña que busca la NO REELECCIÓN no es para nada ser ANARQUISTA, sino por el contrario, busca fortalecer una institución como es el Partido Político, puesto que si a dicha institución no sólo le bastase cumplir con la formalidad legal que le exige el jurado para inscribirse como tal, sino que además de ello cumpliese su deber como partido, existirían cuadros preparados para seguir con el trabajo propuesto por estas instituciones partidarias en sus planes de gobierno. Por ello, sobre el punto de calificar de "anarquista" una campaña que busca la NO REELECCIÓN CONTINUA DE CONGRESISTAS, sería importante que quienes suelen utilizar dichos términos, mínimamente se preocupen por conocerlos para que no se utilicen luego como frases sueltas, sin sentido y que buscan desacreditar un trabajo sin argumento alguno. Por otro lado, el señalarnos como un “grupo idealista” es querer darle un sentido despectivo al término “ideal”. Nosotros en la CEDDH nos calificamos de idealistas, pues tenemos ideales. Si no los tuviéramos no seríamos verdaderos jóvenes, no buscaríamos una sociedad más justa sino tan sólo nuestro lucro personal, nuestro triunfo individual y no el colectivo.

Algunas veces escuchamos a personas decir que “no se llega a nada con culturas antisistemas”, que "perdemos tiempo haciendo lo que hacemos" y demás cosas. La pregunta que quedaría en el tintero sería: ¿es que algo podemos hacer sin cambiar lo que hoy nos rodea? ¿es que lo que hoy existe a nuestro alrededor es divino y no debe ser cambiado por nadie ni por nada? ¿es que ya se nos ha condenado a resistir el abuso y resignarnos y no se nos permite pensar y actuar para encontrar una salida?

Siempre se repite la frase: “criticar es muy fácil”. Ello es una verdad a medias. Hoy ni siquiera se critica, pues casi siempre todo se acepta. Criticar sería simple si los que la hacemos nos quedáramos en ella. Pero en la CEDDH venimos trabajando, de forma voluntaria, sin remuneración alguna, más de 7 años. En dicho tiempo se han realizado talleres, conversatorios, charlas, debates públicos y cursos sobre derechos humanos, participación política, derechos ciudadanos, entre otros temas. Para nosotros la herramienta electrónica como el Blog y la página Web no es tan sólo un hobbie de fin de semana, sino es la búsqueda de un espacio nuevo para el debate. No buscamos por este medio el voto de nadie, sino tratamos de motivar los sentimientos e ideales más profundos de la sociedad para encontrar salidas en conjunto. Nuestras campañas como “No más pornografía infantil” “Basta de racismo” “La corrupción te sigue robando” "Fujimori extraditable" “Votes por quien votes: BOTA a los que ya gobernaron” entre otras, no son fruto de un día de copas (como se trató irónica e irrespetuosamente de decir) sino que representa el esfuerzo de muchos jóvenes a nivel nacional, de redes, de estudiantes, de hombres y mujeres por cambiar lo que está mal. Aceptamos que este esfuerzo puede ser poco, pero es real, existe, no son sólo palabras. Aceptamos también que no somos los dueños de la verdad y que no estamos exentos de errores, pero nos esforzamos por hacer mejor las cosas y por mejorar nosotros también.

Hace ya algunos años que los integrantes de la CEDDH, a diferencia de muchos otros, dejamos de preguntarnos: “¿qué hacemos por nuestro país? ¿qué hacemos para mejorar la educación? ¿qué hacemos para renovar la política? ¿qué hacemos para impedir que la violencia política retorne?”. Desde 1998 los integrantes de la CEDDH venimos trabajando, en diversos ámbitos, por cambiar las cosas. No tendremos todos los instrumentos ni el poder para cambiar todo lo que quisiéramos, pero poseemos una voluntad a prueba de balas e ideales firmes y honestos que nos empujan a no parar, tal como dice el cantautor cubano Silvio Rodríguez: “el que tenga una canción tendrá tormenta, el que tenga compañía soledad, el que siga buen camino tendrá sillas, peligrosas que lo inviten a parar ... pero vale la canción buena tormenta, y la compañía vale soledad, siempre vale la agonía de la prisa aunque se llene de sillas la verdad”.

Ojalá y aquellos que hoy alegremente califican la campaña que promovemos como insulsa, irrelevante, pueril, fashion y poco seria, dejen por un sólo día el escritorio y empiecen a llevar a la práctica sus propias propuestas y alternativas de solución. Por lo pronto, la CEDDH está dispuesta a promover la participación de todos los jóvenes, estudiantes y ciudadanos para lograr los cambios requeridos y a apoyar toda campaña e iniciativa que busque transformar lo que está mal.
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CEDDH – Perú
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