martes, enero 10, 2006

Aplanar los Andes y enderezar los ríos

Por Javier Iguiniz

"El anticentralismo es mucho más fuerte que la maduración de proyectos descentralistas en las regiones. Cuando uno va a las regiones no hay un liderazgo que haya pensado su ámbito con tranquilidad, macerándolo, depurándolo, constituyéndolo en un proyecto de desarrollo, en visión de largo plazo, en qué hacer con la región. Hay una deficiencia de proyectos, de visión del propio destino como entidad descentralizada. Lo que cohesiona al proceso es la convicción de que hay un elemento político descentralista, un elemento autoritario, vertical, petulante, limeño y centralista. Y eso cohesiona, porque es un común denominador en un país tan centralista como el Perú.

En el aspecto técnico, el punto que más me ha interesado pensar sobre el Ande es la desconexión entre la decisión política descentralista y la viabilidad económica. Lo que hay es un déficit de análisis sobre la viabilidad económica. No se corresponde el ansia descentralista con un proyecto. Y es ahí donde termino planteando cuatro puntos que tienen por finalidad hacer lo más viable posible la oportunidad de tener empleos adecuados en la sierra y también en la Amazonía. De ahí que el título de mis ensayos Aplanar los Andes, si fuera completo, sería Aplanar los Andes y enderezar los ríos, que era lo relativo a la Amazonía. La idea parte de lo siguiente: cualquier alternativa económica en el Perú que tome en cuenta el Ande, tiene que considerar la existencia de ese «accidente» geográfico. Mi suegro solía decir, «Dios creó el mundo en seis días, y en el séptimo destruyó el Perú». Lo decía para subrayar lo accidentado y traumático de la geografía de la sierra. Y el primer hecho es que hay que reconocer eso. En economía no se reconoce generalmente la problemática geográfica. ¿Qué hacemos con el Ande? Por supuesto que la salida más usual es construir mejores carreteras, pero eso no va muy lejos. Por lo tanto, lo que planteo es que quien quiera generar empleo en los Andes no tenga una desventaja significativa respecto del que quiera crear empleo en Chincha. Que crear empleo en un sitio de los Andes sea como crearlo en un sitio igual de plano respecto del mercado Lima, en este caso, Chincha, Cañete o Barranca. Aplanar los Andes es hacer que no sean un impedimento para la generación de oportunidades empresariales, de empleo. De ahí la consigna de transformar antes de transportar. Agregar valor a las cosas antes de moverlas. Adornarlas, ponerlas en un sobrecito, decir ecológico, limpiarlas como si fuesen manzanas chilenas. Aumentar el valor de lo que tú mueves por unidad de peso o por unidad de costo de transporte hace que el accidente geográfico pierda importancia. Ese es un primer punto sobre el Ande que hay que tomar en cuenta. Hacer que el accidente geográfico no sea una fatalidad para la viabilidad de las iniciativas empresariales es que la producción en el Ande tenga alto valor unitario y el costo del transporte sea una fracción pequeña del producto. Si es papa, si es papaya, es enorme la proporción del valor del producto; pero si es fruta seca ya no. En el caso del mineral no hay problema porque vale tanto por unidad de peso que no importa en qué cerro de los Andes esté. El transporte no le hace mella a la competitividad del oro, de la plata, del cobre refinado, por eso existe La Oroya. Tomar en cuenta los Andes en la economía no es fácil. Se requiere pensar que no es la carretera lo que los salva sino la naturaleza del producto.

Otro punto del Ande con el cual la economía tiene dificultad es el de la diversidad. Porque así como es accidentado, es multiclimático, biodiverso. En economía es muy difícil graduar este punto, porque toda la teoría económica está pensada en el mundo europeo, plano, templado, a nivel del mar, con estaciones claras, las mismas en todo el país al mismo tiempo. Cuando es invierno en España, es invierno en todo el país. En el Perú no; te abrigas para ir a un sitio y te calateas para ir a otro el mismo día. Eso no ocurre en Francia o en Alemania. ¿Qué hacer con la diversidad climática, biogenética? Debemos aprovechar las escalas de producción, la amplitud de la producción, producir en gran escala para que la unidad sea más barata. En la sierra no tenemos esa opción, salvo con la alpaca. Pero, en general, en cada quebrada hay una trucha distinta, una palta distinta, una quinua distinta. Cada altura, cada cantidad de sombra y sol, cada variación de clima entre el día y la noche, crea de nuevo dificultades a la comunidad. Para mí la consigna no es producir mucho de pocas cosas sino poco de muchas cosas. Hay que diferenciar productos y sacarlos al mercado diferenciados, así como una fábrica diferencia entre sus cajetillas de cigarros. El Perú tiene que asumir esa realidad. La sierra no es abastecedora del supermercado estadounidense, sino de delicatessen, de cantidades pequeñas, pero de alto valor. Y como vendes poco, hay que vender caro. Hay que darle viabilidad a la sierra porque para muchos ya está desahuciada. Ahí uno está a contracorriente en economía. La educación es mala, pero simultáneamente en nuestro sistema educativo producimos gente calificada, técnicos que no usamos; la mitad de los egresados de la universidad no trabaja en lo que estudiaron. Y, sin embargo, mucho más de la mitad está estudiando lo que le gusta. Los pobres son muy aventados para estudiar lo que les gusta. ¿Qué quiere decir? Que si pudieran ejercer, terminarían siendo buenos."
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Texto extraido de la entrevista que realizó Abelardo Sánchez León a Javier Iguiniz para la revista "quehacer"
, número 157
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Texto completo en:
http://www.desco.org.pe/publicaciones/QH/qh157/qh157ji.doc

Publicación realizada por DESCO
Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo
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