miércoles, diciembre 21, 2005

Los tipos de ciudadania en la juventud

Escrito por:
Javier Barreda Jara
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El fujimorismo no sólo despolitizó a la juventud, sino que creó condiciones materiales que bloquearon la posibilidad de los jóvenes en la adquisición de su propia ciudadanía. Los años 90 no sólo crearon una sociedad en la que cada vez menos personas se involucraron a participar en los temas o asuntos públicos y sociales, sino que generaron situaciones políticas, sociales y económicas no favorables para el proceso de ciudadanización económica y social (mejores condiciones de vida, salarios dignos, derechos laborales).
Jhon Durston, antropólogo norteamericano, desarrolló en un clásico ensayo una interesante tipología sobre las “limitaciones diferenciadas de la ciudadanía en la juventud”, que nos servirá para entender qué es lo que pasa con la juventud en relación al sistema político y socio- económico en el país. Durston refiere a cinco formas de no - ciudadanía en el Perú. La ciudadanía denegada, la ciudadanía de “segunda clase”, la ciudadanía despreciada, la ciudadanía latente y ciudadanía construida.
La ciudadanía denegada es la que sufren miles de jóvenes de clases o grupos sociales estructuralmente excluidos de todo proceso integración económica y social. Por ejemplo, la juventud rural. En el campo sólo el 20% de los jóvenes estudian y sus ingresos – el 70% de ellos labora – son sumamente precarios en comparación de los jóvenes de las ciudades. Así mismo, se encuentran en esta situación los jóvenes de los sectores urbano – marginales. Ante ello, se requieren políticas sociales integrales, reformas políticas y educativas inclusivas.
La ciudadanía de “segunda clase” es definida por Durston como aquella en la que no hay negación explícita o formal, pero en realidad sufren situaciones de merma de su condición de ser ciudadanos reales. Jóvenes formalmente educados, pero sin adiestramiento real para ser productivos o útiles en el mercado de trabajo. Jóvenes en condiciones de trabajo sumamente precarias como en los services o en algunos de sectores de la microempresa, que a pesar de tener rentabilidad no mejoran los índices de ingreso para sus asalariados. Se encuentran en esta condición de ciudadanía de “segunda clase” el 50 a 60% de jóvenes asalariados que no tienen contrato de trabajo. Ante ello, se requiere acciones de defensa de los derechos laborales y educativos de los jóvenes. Por ejemplo, regulación y supervisión de las condiciones de trabajo o políticas de mejoramiento de la calidad de las entidades que imparten educación.
La ciudadanía despreciada es la situación en la que se encuentran los jóvenes que tienen niveles de bienestar material, pero que consideran que la política y los mecanismos existentes de ciudadanía juvenil no les sirve o “no soluciona nada”. Jóvenes de clase media, por ejemplo, que tienen acceso a una educación de calidad y están insertos en el mercado, pero que consideran que el ejercicio de ciudadanía como algo desdeñable. Sin embargo, Durston considera que además de ellos, también se encuentran los jóvenes que ya no tienen oportunidades de realización, pero que consideran que la política no les resolverá nada. Ante esta situación, se necesitan acciones de reforma política (ley de cuotas, por ejemplo) y además de un gran esfuerzo de los partidos políticos por modernizar sus discursos, liderazgos y formas de convocatoria.
Jhon Durston refiere a la ciudadanía latente. Aquella situación en la que los jóvenes han pasado por experiencias de participación e incluso politización, pero que consideran que ya no es útil seguir participando. En este segmento de jóvenes de varios sectores sociales que en algún momento ejercieron sus derechos ciudadanos. Durston plantea que “hay que volver a activar la ciudadanía”. Los miles de jóvenes que marcharon en las jornadas antifujimoristas de los años 97 y 98 son un ejemplo de este tipo de ciudadanía. Pudieron impulsar un proceso de constitución de nuevas organizaciones políticas, pero fue una acción colectiva que se diluyó.
Finalmente, Durston plantea una ciudadanía construida desde la acción simultánea de la sociedad y el Estado. Se necesita construir espacios y mecanismos de participación efectiva. Ello está relacionado estrechamente con los mecanismos de reforma del sistema político en general y de políticas públicas que generen mejores condiciones de vida de millones de jóvenes. Es, pues, un desafío de la política y la economía peruana generar o construir ciudadanía política y ciudadanía social: participación y mejora de las condiciones de vida. Ello es no sólo hacer mucho por la juventud, sino lo fundamental para que el país y el Estado tengan viabilidad.

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