miércoles, noviembre 16, 2005

Mariátegui, otra vez

Escrto por:
Yomar Meléndez Rosas *
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“La alegría matinal”

La imagen que tenemos de Mariátegui –o la que nos han querido vender- es la de un tipo circunspecto, formal, quizás resentido con la gente por su invalidez o su ideología. Nada más falso. Desde el episodio irreverente en el cual, junto a César Falcón, organiza una visita nocturna al cementerio para ver bailar la “Marcha Fúnebre” a Norma Rouskaya, se va dibujando un personaje ajeno a la solemnidad.
Ya entre los amigos o familiares su sonrisa era inconfundible, tal como lo demuestran los escasos minutos de una película filmada por Martínez de la Torre o las expresiones de Eudocio Ravines: “discutía con agudeza, en medio de risas constantes y de frases ingeniosas”. Incluso, dice Gloria Ferrer, se reía de si mismo, sin tomarse “demasiado en serio” o considerarse un “maestro”.

El “Rincón Rojo”

Otra de las virtudes innatas del Amauta era su capacidad de conversación. En la famosa casa de Washington izquierda había un lugar dispuesto para recibir a intelectuales, estudiantes y obreros. Esa esquina se conocía como el “rincón rojo” y en ella de lunes a viernes de 6 a 8 de la noche se reunían en apasionada tertulia personajes tan disímiles como el pintor José Sabogal, la poetisa Angela Ramos, el historiador Jorge Basadre, el funcionario gubernamental Sebastián Lorente, el todavía joven Rafael de la Fuente Benavides (Martín Adán) y, por supuesto, el propio Ricardo Martínez de la Torre, uno de los fundadores del Partido.

“El Turf”

Poco se ha dicho de la vocación “empresarial” de Mariátegui. Como sabemos durante lo que el llamó su “edad de piedra” colaboró en diversas publicaciones no precisamente políticas. Una de ellas, la revista “El Turf”,dedicada a popularizar el juego de la polla en el Perú, se convirtió en floreciente empresa periodística por su eficiente gestión.
Lo mismo sucedió con “Amauta”. Eran 5,000 los ejemplares que de cada número se editaban y, tanto para la impresión como para la distribución se requería economía. Con audacia y creatividad Mariátegui logró convencer a importantes auspiciadores, entre los que destacaban los más conocidos estudios jurídicos, médicos y librerías. Pero el avisaje no quedaba allí, persuadió además a bancos, industriales y grandes corporaciones, sin los cuales la difusión de la revista hubiera sido imposible.
Hasta aquí una limitada reseña de algunos aspectos poco conocidos de José Carlos. Para satisfacción de los monotemáticos iremos ahora a visitar algunos lugares comunes, premunidos siempre de la perspectiva crítica y reflexiva inherente al estilo mariáteguista.

Un Revolucionario de verdad

De la obra del Amauta se han hecho, como de la Biblia, no una sino decenas de interpretaciones. Todas deben tener algo de correctas, sin embargo ubicarlo en el escenario reformista o dogmático sería un gravísimo error.
El sostenía que “el marxismo representa incontrastablemente la revolución”, y que ésta era la “tremenda y dolorosa batalla de una clase por crear un orden nuevo”. Señalaba que “no se ha inventado aún la revolución anestésica, paradisíaca” y que en su realización “el dolor y la alegría se igualarán en intensidad”.Empero, el poder a construir no podía asumirse desde una minoría iluminada y autoproclamada, sino desde las masas, desde las multitudes, desde las voluntades colectivas orientadas por un “mito”. Además, la comprensión teórica que tenía del marxismo se ubicaba en la vereda opuesta del dogmatismo, entendiéndolo como un instrumento de análisis y no convertido en un conjunto de verdades inertes e incuestionables.

No sólo intelectual

Como una forma de resolver a su favor la famosa polémica Haya-Mariátegui, algunos ¿teóricos? vinculados al partido de la estrella quisieron hacernos pensar que Víctor Raúl fue el “político” por excelencia -recordemos la biografía que del fundador del APRA escribiera Luis Alberto Sánchez-, mientras el Amauta se refugió en la sempiterna cavilación.
Es obvio que esa tesis no resiste la menor evaluación. A pesar de sus limitaciones físicas y sus recurrentes enfermedades, Mariátegui legó al movimiento popular importantísimas organizaciones que hasta hoy existen: la Federación de Yanaconas, antecedente inmediato de las centrales campesinas, la CGTP como una contribución a la consolidación del proletariado y, por supuesto, el glorioso Partido, que por razones entendibles fue llamado “socialista”.

Marxismo y Nación

La clave para el triunfo de cualquier transformación social se encuentra en la correcta integración que debe existir entre ideología y realidad, de forma tal que la primera no fuerce a la segunda y ésta se interprete acertadamente dejando atrás la absoluta libertad de pensamiento. Así se explica el triunfo de la Revolución Cubana, la victoria en China y los éxitos obtenidos en cualquier parte del mundo.
Para nuestro caso, lo que debió vincularse fue el marxismo y la nación recogiendo las particularidades peruanas que colocaban, por ejemplo, el “problema del indio” como asunto trascendente, distinguiéndonos así de otras experiencias. Los “7 ensayos...” constituyen el mejor y mayor esfuerzo en este camino de integración, aunque muchos cuestionen que sólo era un diagnóstico carente de la terapia correspondiente.
Esperamos que el apretado resumen que presentamos de algunas aristas del carácter y el pensamiento del Amauta sirva para regresar a él con el entusiasmo que nos caracteriza, para entender correctamente la “realidad peruana” y conquistar la república del “pan y la belleza”.
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(*) Ex Presidente de la FEP
Miembro del CEN del MNI

1 Comentarios:

A la/s 1:32 p. m., Blogger VICTOR RODRIGUEZ dijo...

Excelente y acertado comentario sobre Mariategui, nuestroa Amauta quien parafraseaba a Marx: Todo lo humano es nuestro....

 

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