Democracia, elecciones y caramelos de menta
El otro día caminaba por Barranco en compañía de una buena amiga. En un momento en que decayó la conversación, se me ocurrió ofrecerle uno de los caramelos de menta que pueblan los bolsillos de mi casaca (costumbre, manía, no sé). Casi siempre estoy provisto de caramelos de tres clases: el clásico (azul), el de cereza o cherry (rojo) y el relativamente nuevo de chicha (morado). Pero en esta ocasión, todos los caramelos que tenía eran azules. No me di cuenta de este detalle hasta que los cuatro halls se posaban en mi palma ante la mirada divertida de ella, quien, al paso que cogía uno, me dijo: “como que no tengo mucho de donde elegir”.
Esta anécdota me hizo meditar que, en efecto, las cuatro opciones representaban lo mismo; sin embargo, podría decirse que mi amiga sí había "elegido", pues había tomado uno de los cuatro caramelos.
A pocos meses de las elecciones generales, siento que nos va a suceder igual: vamos a “elegir” representantes que nos sellarán en la boca (con tinta indeleble) el mismo sabor amargo habitual, y ni siquiera tendremos el consuelo de alguna efímera sensación de frescura (entiéndase, renovación real). No habrá mentholyptus.
Se ha repetido incontables veces que “la Democracia no es solamente elecciones cada cinco años”. En otras palabras, las elecciones sólo son parte de la Democracia. El problema es que acá ni siquiera tenemos “esa parte”, no existen elecciones reales, al final, los ciudadanos terminan conformándose con “lo menos malo” o con el voto “anti-alguien”.
Por todo ello, es saludable el dictamen de la Comisión de Constitución del Congreso en el sentido de eliminar la “muerte civil” y rebajar las multas en el caso de los omisos. Esto me hace recordar la decisión final de mi amiga quien, luego de manipular el caramelo “escogido”, me lo devolvió diciéndome: “no, mejor no, es muy fuerte, prefiero otro sabor”. Esta opción, perfectamente legítima, es la que quizá tomarán muchos ante la falta de verdaderas alternativas, considerando, además, que los caramelos “rojos” no aparecen al alcance de la mano, más aún cuando ahora estos mismos prefieren ser “morados” o “chichas”.
Carlos Tengan
Esta anécdota me hizo meditar que, en efecto, las cuatro opciones representaban lo mismo; sin embargo, podría decirse que mi amiga sí había "elegido", pues había tomado uno de los cuatro caramelos.
A pocos meses de las elecciones generales, siento que nos va a suceder igual: vamos a “elegir” representantes que nos sellarán en la boca (con tinta indeleble) el mismo sabor amargo habitual, y ni siquiera tendremos el consuelo de alguna efímera sensación de frescura (entiéndase, renovación real). No habrá mentholyptus.
Se ha repetido incontables veces que “la Democracia no es solamente elecciones cada cinco años”. En otras palabras, las elecciones sólo son parte de la Democracia. El problema es que acá ni siquiera tenemos “esa parte”, no existen elecciones reales, al final, los ciudadanos terminan conformándose con “lo menos malo” o con el voto “anti-alguien”.
Por todo ello, es saludable el dictamen de la Comisión de Constitución del Congreso en el sentido de eliminar la “muerte civil” y rebajar las multas en el caso de los omisos. Esto me hace recordar la decisión final de mi amiga quien, luego de manipular el caramelo “escogido”, me lo devolvió diciéndome: “no, mejor no, es muy fuerte, prefiero otro sabor”. Esta opción, perfectamente legítima, es la que quizá tomarán muchos ante la falta de verdaderas alternativas, considerando, además, que los caramelos “rojos” no aparecen al alcance de la mano, más aún cuando ahora estos mismos prefieren ser “morados” o “chichas”.
Carlos Tengan
ctengan@gmail.com
4 Comentarios:
Genial el enfoque de los caramelos y las elecciones. Es triste la realidad que vamos a enfrentar, la nula posibilidad de encontrar esperanza y frescura en los actuales candidatos y aún así, tener el deber de "elegir" entre uno de ellos. Creo que prefiero un chicle.
Gracias por el comentario, Dimitri. Es cierto, al final la mayoría preferirá un chicle-candidato: pegajoso, masticable, no pasable y, por tanto, escupible al final. Lo mismo de siempre. Graciosa y certera la viñeta que has agregado al post.
Muchas gracias, Gisselle. La Constitución en el primer párrafo del artículo 184 dice: "El Jurado Nacional de Elecciones declara la nulidad de un proceso electoral, de un referéndum o de otro tipo de consulta popular cuando los votos nulos o en blanco, sumados o separadamente, superan los dos tercios del número de votos emitidos". Como vemos, lo que se describe es un hecho y su consecuencia. Esta es la parte en que se menciona expresamnte el tema.
Por otro lado, el derecho que tenemos es a elegir a un representante y el deber (también derecho) es a votar. Existe una sutil diferencia, al parecer, ya que no existe un deber de elegir a un representante, solamente el deber de votar, y como el voto es libre (aunque pueda resultar contradictorio este término, lo que existe es obligatoriedad en ir a votar y libertad para decidir cómo se vota), pues comprende la posibilidad legítima de hacerlo en blanco. Sin faltar a ningún deber, no tiene nada objetable.
Ahora bien, no creo que este tipo de voto (sumado a los nulos) pudiese alcanzar el porcentaje requerido para que el JNE declare la nulidad de un proceso, ni lo deseo tampoco (no hago campaña como los señores Jaime Baily y Alvaro Vargas LLosa), porque el problema es que de convocarse nuevamente las elecciones el resultado sería el mismo. Tampoco creo que aumente el voto en blanco en estas elecciones. Las personas que están obligadas a ir a las urnas, una vez que están allí, terminan marcando lo que sea por el simple hecho de desperdiciar tinta. Creo que debería estudiarse y debatirse a fondo propuestas de voto verdaderamente libre a la par con otra medidas complementarias.
Sin embargo, no dudo de que un alto nivel de voto en blanco obligaría a las principales fuerzas políticas a repensar un Acuerdo Nacional más allá de reuniones para la foto. Se darían cuenta de que el pueblo está harto de esa forma de hacer política. Aunque la misma composición del próximo congreso debería llevar a los partidos a semejante conclusión: se tienen que ganar a pulso su legitimidad, dejando de lado intereses particulares.
Amigo Carlos, pretender que el voto "blanco" les pueda hacer corregir el camino a los actuales "chupa sangre" que nos gobiernan es esperar un milagro. Realmente esta gente no va a entender. Debemos generar fuerzas políticas que renueven los espacios, las formas y las estructuras de poder. No pienso que sea ilógico ni errado proponer lo que en países como argentina ya fue una salida: "QUE SE VAYAN TODOS".
Hay que entender que no es que los actuales congresistas no sepan el nivel de desaprobación con el que cuentan, sino que saben que pese a todo, ellos serán nuevamente reelegidos, al tener como mecanismo de "elección" un instrumento comercial como "las campañas electorales". Ellos saben que la gente los critica, están hartos de ellos, hasta los odian, pero igual, el día de las elecciones, como bein dices, gastarán tinta y votarán por aquel que crean es el "menos malo". Mientras que ese mecanismo no cambie, mientras que no se eleve el nivel de participación de la gente, mientras que se desprecie la cultura política, en tanto sean los mismos los que puedan postular a MIL reelecciones, mientras que para ganar una campaña se necesite "invertir" más de 50 mil dólares, nada será distinto, seremos como "Prometeo" y estaremos encadenados y condenados a sufrir cada día, viendo cómo esas "águilas" (de rapiña) nos comen día a día (en este caso no será el hígado sino nuestras esperanzas).
Dimitri
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