jueves, setiembre 08, 2005

Pobreza globalizada


Si tenemos en consideración que al finalizar el siglo XX, el Perú se encuentra ubicado, según estudios del Banco Mundial, entre los 12 países más pobres del mundo, con alrededor del 40 por ciento de su población viviendo en extrema pobreza, es necesario e inevitable que la discusión sobre pobreza esté estrechamente ligada al fenómeno de globalización, y ambos, pobreza y globalización, sean parte de una discusión de primer orden.
No obstante, no podemos dejar de admitir que el fenómeno de la pobreza no es reciente ni es el resultado de políticas modernas ni de revoluciones tecnológicas que acompañan a la globalización de las economías mundiales. Lo que si es cierto es que estas políticas, lejos de ayudar a disminuir la pobreza la han recrudecido. Sumado a esto, debemos añadir que la pobreza es un mal que no está ubicado en un único territorio ni en una única Nación, sino que se manifiesta en toda la orbe, con un alto índice de incidencia en la zona del hemisferio sur.
Como ya se ha expresado, en nuestro país, la pobreza, lejos de disminuir ha aumentado, al mismo tiempo que el Estado ha ido reduciendo su alcance y capacidad para resolver dicho problema. No es desconocido para nadie que uno de los factores que han influido en el aumento de pobreza en nuestro país es la falta de industrias, lo que ha generado desempleo y está aniquilando el poco mercado nacional, circunscribiendo nuestra economía a una íntegramente basada en el consumo de productos importados. Y como ningún problema que surja en el seno de un Estado está desvinculado con otro, el desempleo ha traído consigo la desnutrición, el abandono social, la falta de salud, la exclusión educativa, la mano de obra poco calificada y con ello, las bases para que un Estado subdesarrollado como el nuestro no encuentre la salida a dicho atraso.
En la actualidad, dentro del contexto de globalización, las economías mundiales requieren y demandan un consumo mayor en materias elaboradas y refinadas, con un valor agregado y una mano de obra plenamente calificada, y no así de materias primas y con una mano de obra ineficiente. Hoy los países ricos no están determinados por la cantidad de recursos naturales que poseen, sino por la capacidad de creación e innovación de tecnologías nuevas que utilicen, lo que los independiza del uso exclusivo de materias primas importadas.
El actual avance tecnológico mundial crea una brecha aún mucho más profunda que la originada por la primera o segunda revolución industrial, pues la informática y la automatización, al igual que la naciente robótica, ahorran labor humana y por lo tanto, generan un mayor índice de desempleo, al mismo tiempo que los índices demográficos, más aún en países subdesarrollados, aumentan a un ritmo para nada controlable.
De esta forma, con una economía global que cada vez aniquila la poca industria de los países subdesarrollados, que reemplaza a la mano de obra por tecnología de punta, que desvincula al Estado de la economía nacional, que acapara tecnología y explota indiscriminadamente los recursos de los países “despensa” a un costo muy por debajo de lo real, nada puede hacerse para retener el avance de la pobreza, la cual no sólo será heredada generación tras generación como un mal endémico, sino que pondrá al país al borde de la ingobernabilidad e inviabilidad.
Una posible respuesta a dicho problema es sin duda reconocer en el potencial económico y el humano, así como en una propuesta clara y sólida de país, la posibilidad de generar niveles suficientes de desarrollo, que propicien a su vez la inserción real de nuestra Nación en la economía global, no para ser abastecedores de materias primas, sino para utilizar el mercado externo como un real mercado en el que nuestros productos y potencialidades encuentren la demanda que los haga rentables.
Solo así, con industrias nacionales que contrapongan en peso e importancia a las extranjeras, podremos ir resolviendo el problema de la pobreza, insertando a los ciudadanos al sistema económico y orientando nuestros recursos a su mejor uso y explotación, creando tecnología e innovando productos y servicios que nos ahorren recursos naturales.


Dimitri N. Senmache Artola
Presidente de la CEDDH Perú, Asociación Civil

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal