miércoles, setiembre 14, 2005

El arte de la posibilidad

Todos los días se escoge entre los obstáculos o las posibilidades y en ésta columna, elegí hacer énfasis en lo posible. Aquí no se desconocen las barreras que nos impone la vida. Soy realista. El carácter de cada pensamiento que aquí se escribe lo prefiero en una espiral ascendente y no montado sobre un carro de balineras cuesta abajo, por la falda del suspiro y la desesperanza.
Se trata de criticar y opinar pero también creer que algo puede cambiar, sino qué sentido tiene que ustedes nos dediquen tiempo de lectura. Se trata también de proponer le recuerda Mauricio, al Mauricio columnista .
En dónde esta la libertad, si cada vez que la encontramos dejamos de buscarla, cuando su búsqueda es la que nos libera y nos hace crecer, pensar, disentir, contradecirnos y construir camino. “ Disentir es un acto irrenunciable de conciencia. Puede que disentir conduzca a la traición, pero eso siempre tiene que ser demostrado con pruebas irrefutables” Dijo el Nobel Jose Saramago.
Disentir también se convierte en un simple capricho cuando no conduce al mundo de lo posible, y en éste espacio, el de la posibilidad, vive el personaje que les escribe cada domingo.
Para ilustrar de manera más explicita mi filosofía, abusemos de Saramago. Un día me enteré que estaba hospedado en el hotel Palace de Madrid, España. Llamé y le pedí a la recepcionista que me lo pasara, y él pasó al teléfono. Mi camarógrafo estaba convencido que no podríamos hablar con él, pensaba en los obstáculos y no en las posibilidades. Me contestó en un español cadencioso adornado de acento portugués y de manera muy amable me dijo que no podía concederme la entrevistas porque lo iba a dejar el avión.
Más se tardó él en bajar al Lobby del hotel que yo en estar allí. Para no agredirlo por su amabilidad, tomé el pequeño libro, cuyos derechos económicos donó a los damnificados del terremoto de Armenia y cuando él descendía, con su gabardina colgada del brazo, con sus ojos inmensos, sus gafas inmensas, visiblemente afanado; me le acerqué a pedirle una firma sobre él; le agradecí la donación de los derechos económicos de la publicación, mientras mi otra mano dejó su escondite y apareció en forma de micrófono. De la nada salió la cámara –no se molestó- y se hizo “posible” realizar la entrevista. Corta pero entrevista al fin y al cabo. “Mañana será otro día” es una de mis frases preferidas porque encierra el carácter infinito de la posibilidad y mi forma de ver la vida; por eso me impresionó tanto conocer al director de la Orquesta filarmónica de Boston, Benjamín Zander quién junto a su esposa escribió el libro: El arte de la posibilidad.
El plasmó allí de manera virtuosa algo que yo llevaba en el alma y aún no había traducido en palabras. Entonces fui testigo de cómo una conferencia se puede convertir en una experiencia inolvidable. Zander preguntó entre 4.500 personas, ¿quién esta cumpliendo años? tímidamente varios alzaron la mano… ¡acérquense! –exclamó el director vestido de sacoleva- y en su llamado a la tarima sólo se acercó un parroquiano, mientras la cámara del circuito cerrado de televisión le realizaba un primer plano de su rostro asustado, Zander dijo: “ si antes de entrar aquí a éste hombre lo interrogaramos sobre la posibilidad de que 4.500 personas le cantaran el Happy Birthday, hubiera contestado, que definitivamente lo hubiera considerado inviable !error!…”
Benjamín logró de los que estábamos allí, un entonado Feliz Cumpleaños, fue un coro sólo comparable al de la fuerza colectiva de las barras en los estadios de fútbol. El rostro de aquel hombre pasó de la timidez al éxtasis; aún debe tener pegada la quijada de la inmensa sonrisa de aquel día. Éste fue su primer paso para ilustrar el arte de la posibilidad. Zander también descubrió un día que su verdadero poder se deriva de su habilidad para hacer poderosas a otras personas. Y lejos del egoísmo, ésta es la función de los verdaderos políticos, de lideres y de ésta columna de opinión. Debemos continuar el sacrificio de Prometeo Encadenado, quién padeció lo indecible sólo por compartir la luz del conocimiento con la especie humana. Al final de la charla Benjamín Zander nos convenció de que podríamos cantar en coro la Oda de la Alegría, pero ¡en alemán!, -francamente no lo creí posible pero…- nos dijo abran su libro en la pagina tal y sólo canten. Entonces fue posible, con un texto escrito de la forma que se debe pronunciar en alemán. Cómo creo que ustedes también la pueden cantar en alemán haciendo honor al escritor Frederick Von Schiller, quien compuso el poema y luego lo adaptó magistralmente el genio de Beethoven en el cuarto movimiento de su novena sinfonía en D menor. ¡Sólo recuerden la melodía y canten la Oda de la Alegría en alemán!
FROY-DER, SHER-NER GETTER-FOON-KEN, TOCH-TER OUSE E –LYSE-IUM, VEER BE -TRAY-TEN FOY-ER TROON-KEN, HIMM-LEE-SHE, DINE HIGH-LISH- TOMB! DINE-ER TSOW-VER BINN-DEN VEE-DER, VOSS DEEMO-DER SHTRENG GE –TILET; ALLAH MENSCHEN VEAR-DEN BROOD-AIRE, VO-DINE ZANF-TAIRE FLOO-GEL VILE´T.
El pasado once de octubre, en la entrega de los premios de periodismo Orlando Sierra Hernández, la Orquesta Sinfónica Juvenil y el Taller de Opera de la Universidad de Caldas, interpretaron a Beethoven y Schiller. Cantarón la Oda de la Alegría en su idioma original, el alemán, con la mirada atónita de todos los asistentes. Qué tal si, le invocamos el arte de la posibilidad y en la próxima presentación le pasan a cada persona el anterior texto para que todo le teatro los fundadores pueda cantar también el himno que desde 1985 es el de la Comunidad Económica Europea, pero que desde su nacimiento le pertenece a la humanidad.
Mauricio Aranguren Molina
Fue publicado por el periódico LA PATRIA

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