jueves, setiembre 08, 2005

Democracia en Globalización


En la actualidad, democracia en países subdesarrollados es sinónimo de elecciones universales en las que se eligen a gobiernos quienes serán los encargados de dirigir la Nación. Esto además responde a una tendencia mundial que la globalización ha traído consigo: en el que se asegura que la democracia es el sistema por excelencia, el cual permite la mejor “inserción” del país con las economías del resto del mundo.
En la era de la mundialización de economías, no se concibe un país moderno en el que su régimen político no descanse en democracia. Por ello, podemos apreciar que uno de los puntos de agenda más importantes puestos en debate por la Organización de Naciones Unidas, es la de contar con países miembros cada vez más democráticos, que se sustenten en el Estado de Derecho y en el que la ingerencia política en los asuntos económicos sea cada vez menor.
Lo que muy posiblemente no se tiene en cuenta es que las democracias en países desarrollados industrial, tecnológica, capital, institucional y educativamente no son para nada comparables con las insipientes “democracias” de los países pobres, que no han pasado las etapas económicas de producción e industrialización por las que los primeros países si pasaron.
Aunque muchas teorías parecen indicar que históricamente no ha existido ni existe un régimen realmente democrático, sino hay una suerte de experiencias de democratización, podemos afirmar que sólo en ese proceso de real democratización descentralista, una Nación subdesarrollada como la nuestra puede encontrar la mejor forma de explotar al máximo los distintos potenciales con los que cuenta.
Hay que tener en cuenta que “democracia” no significa exclusivamente elecciones ni división de los poderes de un Estado, sino que, por sobre todas las cosas, descansa en el fortalecimiento de sus instituciones, a través de mecanismos que la hagan más eficiente y sistémica, lo que a su vez genere el diseño de una estrategia en conjunto que supere la visión y el trabajo temporal del gobierno de turno, y trascienda a un Plan Nacional de largo aliento, generándose así las bases firmes para un mejor desempeño como país.
Con la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la presencia y preponderancia de los Estados Unidos de Norte América y su régimen político, originó un fuerte impacto en el resto de naciones del orbe, uniformizando el diseño de su sistema democrático a los países del bloque “aliado” e imponiéndolo a los países del ex bloque comunista, como requisito indispensable para su integración económica global.
De ello, países como el nuestro no se escapan. Hoy los criterios para la inversión extranjera, para el apoyo de organismos internacionales, para la firma de tratados de libre comercio, entre otros criterios más, descansa en lo que suelen llamar “democracia” y que no es sino la aceptación de nuestra parte del poder del mercado externo frente a nuestra industria nacional, la cual, en el contexto de globalización económica actual, donde el Estado no debe entrometerse, es cada vez más destruida.
Indudable resulta que “democracia” no puede ni debe ser sinónimo de desprotección ni olvido de lo nuestro, mucho menos debe significar libertinaje ni ultra liberalismo. Lo que si debe significar es fortalecimiento de las instituciones, descentralización del poder político y económico, previa la industrialización de los principales puntos del país, impulsando con ello que el eje vital de nuestra economía no radique en la capital, sino en las provincias. Todo ello nos ubicaría en un espacio expectante para el real desarrollo de nuestra aun artesanal industria y nos permitiría competir en igualdad de condiciones con los demás países, sin que ello signifique la suspensión de las libertades propias de una sociedad democrática.
Es necesario hoy que entendemos que la democracia no es solamente un conjunto de garantías de las libertades personales y económicas; debe ella encontrar soluciones legales a los grandes problemas sociales que amenazan los principios de igualdad, libertad y justicia sin los cuales la democracia no existe. La democracia sólo existe si es representativa, vale decir, si crea mediaciones eficaces entre las demandas provenientes de la sociedad y las decisiones que debe tomar el Estado.
Dimitri N. Senmache Artola
Presidente de la CEDDH - Perú - Asociación Civil

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